Nos encontramos al inicio de un nuevo siglo, y de una nueva era, donde los avances tecnológicos se precipitan, a la vez que el planeta debe lidiar con problemas nuevos y alarmantes, para muchos de los cuales nos encontramos aun sin respuesta. El ser humano se enfrenta hoy a retos de gran magnitud. El cambio climático, contaminación, guerras, injusticia social, violencia, hambruna, epidemias y muchos problemas más contrastan con la comunicación digital, tratados y acuerdos económicos internacionales, libertad de expresión como nunca antes en la historia de la humanidad, avances en salud y educación. Nuestro mundo es un mundo de contradicciones, y ninguno de los problemas que aquejan nuestras sociedades puede resolverse con recetas obsoletas. Hoy, más que nunca, inteligencia y creatividad se vuelven requisitos imprescindibles para nuestra supervivencia: la de la raza humana, y la del planeta Tierra. “La creatividad constituye un aspecto esencial del ser humano puesto que es el único ser capaz de transformar el medio, crear cultura y transformarse a si mismo. La creatividad es una de las manifestaciones de la psiquis del hombre que lo diferencia de los animales.” (Congreso Misión Futuro, 1999).
Los conceptos de “creatividad” y “talento” se confunden en el lenguaje cotidiano con los adjetivos “artístico” y “hábil”, a menudo sugiriendo su interdependencia, siempre, sin embargo, aludiendo a tipos de personas excepcionales de una manera u otra. En la práctica docente utilizamos el adjetivo “creativo” o “talentoso” para referirnos precisamente a aquel alumno o alumna que se destaca entre los demás, asociando al talentoso directamente a un área o materia, y calificando de “creativo” alguna expresión visualmente llamativa.
Sin embargo, para poder abordar los temas de creatividad y talento desde una perspectiva profesional, especialmente en el área de la educación, su conceptualización precisa es de rigor.
Ambos conceptos deben analizarse desde sus referentes culturales, ya que la cultura de un grupo determina en gran medida las características de aquel que es considerado talentoso y / o creativo (Beirute, 1995). Al mismo tiempo, debemos alejarnos de la visión estrictamente psicométrica que define al talentoso (mas que al creativo) desde su capacidad intelectual cuantificable, y que, además, restringe lo intelectual al ámbito académico.
Gowan (1972) propone cuatro grupos de teorías para el estudio de la creatividad:
1. Cognitivas, racionales y semánticas.
2. De personalidad y factores ambientales.
3. Salud mental y ajuste psicológico.
4. Psicoanalíticas y neopsicoanaliticas.
Dentro de las primeras la creatividad se define como racional, y se enfoca más en el producto del pensamiento creativo y la solución de problemas. Desde la perspectiva ambientalista, se enfatiza el papel del entorno sobre el desarrollo de la creatividad, como la mediación social, la modelación, la oferta de oportunidades o la influencia familiar. El enfoque de salud mental y ajuste psicológico parte de la propuesta de crecimiento humano, como la autorrealización que se encuentra en las teorías de Maslow (1959) y Rogers (1975). Por último, desde la teoría psicoanalítica de Freud, la creatividad no sería sino la manifestación de la tensión resultante del conflicto entre lo real y lo inconsciente, y los psicoanalistas ven los procesos creativos cercanos a la neurosis y la psicosis.
Al intentar definir creatividad, Renzulli (1994), en un estudio sobre superdotados, y a partir de la Teoría de los Tres Aros, propone que la creatividad se mida y valore según:
· la originalidad para resolver problemas,
· capacidad para romper con lo establecido y las normas convencionales cuando es necesario,
· capacidad para cumplir con las principales demandas que son pocos comunes en una carrera.
Destaca en esta propuesta la palabra “originalidad” y la característica “romper con lo establecido”. La persona creativa se caracteriza por el pensamiento divergente, la curiosidad constante, así como por la necesidad de formular problemas nuevos, por encima de la necesidad de resolver problemas expuestos (Beirute, 1995).
Saturnino de la Torre, por su parte, hace un planteamiento sumamente interesante cuando habla de creatividad paradójica como aquella que surge en respuesta a la adversidad, el dolor, la pérdida o la carencia. Según este autor, el pensamiento creativo podría ser estimulado por la adversidad, por obstáculos o dificultades severas. En consecuencia, podemos inferir, el pensamiento creativo podría atrofiarse si la vida es “demasiado fácil”. Es casi imposible contradecir un planteamiento que, además, podemos confirmar en nuestra práctica docente. A menudo creemos observar un patrón, cuando notamos una correlación entre ambición, voluntad para superarse y excelencia académica entre aquellos estudiantes cuyas condiciones de vida son menos aventajadas que las de los demás compañeros y compañeras del aula.
La creatividad, entonces, puede ser estimulada y fomentada desde diferentes contextos, pero, sobre todo, desde el aula. Retomando la idea del “pensamiento divergente” y la “formulación de nuevos problemas” como características propias de la persona creativa, no podemos sino alarmarnos ante la realidad que se viven en las aulas: copiado de la pizarra de textos interminables, memorización de preguntas y respuestas, “coreo” y, en general, escasa participación del alumnado en el proceso de aprendizaje. Para estimular la creatividad debemos enfocarnos en la investigación, el trabajo independiente y el trabajo cooperativo, de forma que sean los estudiantes quienes hagan las preguntas, busquen las respuestas, y formulen nuevas preguntas a partir de las respuestas encontradas. Se debe avivar la discusión, y alentar las propuestas “fuera de la caja”, lo que, paralelamente, requiere de una reformulación de los procedimientos de evaluación. El alumno creativo no dará respuestas prefabricadas, y el maestro debe estar “a la altura” de los estudiantes curiosos, indagadores y originales, deber ser creativo.
Podemos afirmar, entonces, que la creatividad es una característica de la raza humana, más desarrollada en algunas personas, que ha garantizado nuestra supervivencia, que nos ha permitido no solo responder a diferentes problemas de las formas más diversas, sino también evolucionar de manera vertiginosa a partir de una curiosidad constante y una motivación intrínseca por formular problemas nuevos.
En el lenguaje cotidiano, la creatividad y el talento suelen confundirse como aspectos de un mismo elemento, comúnmente asociado a la inteligencia superior. Sin duda la creatividad no puede manifestarse si no existe un cierto grado de inteligencia, pero esta no debe entenderse exclusivamente en términos académicos, sino desde una perspectiva integral. Una persona que no lee ni escribe puede ser extremadamente creativa, y, de hecho, desde el planteamiento de De la Torre reaccionar a esta dificultad con una respuesta totalmente innovadora.
Sin embargo, la persona talentosa no necesariamente debe ser creativa. Aquí es donde la definición se hace imprescindible, ya que en el aula debemos fomentar y estimular la creatividad, a la vez que debemos detectar y apoyar el talento. El talento puede definirse como “una capacidad superior en algún área” (Beirute, 1995), y esta capacidad o habilidad no necesariamente está conectada al desempeño puramente académico. Partiendo de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1983), los talentos humanos pueden agruparse en:
1. Lingüística
2. Espacial
3. Musical
4. Corporal, estética
5. Lógica, matemática
6. Intrapersonal
7. Interpersonal
Las diferentes teorías alrededor del talento concuerdan en que hay diferentes factores que inciden en que una persona desarrolle un talento especial. Se parte de una predisposición genética, un “don”, que, si es detectado y estimulado apropiadamente, puede desarrollarse plenamente.
Identificar a un alumno talentoso no es siempre sencillo. Algunos niños reciben experiencias educativas tempranas por lo que suelen destacarse en diversas áreas escolares: la lectura, por ejemplo, o el dominio de un instrumento musical. Sin embargo, ni siquiera el hecho de que un alumno domine rápidamente todas las asignaturas es necesariamente un indicador de talento.
Las pruebas individuales o colectivas de C.I. suelen aplicarse para la identificación de niños brillantes, aunque distan de ser perfectas. Entre las recomendaciones para la identificación de talentosos y superdotados se encuentran también los estudios de caso, proyectos científicos, exhibiciones, ejecuciones, audiciones y entrevistas (Woolfolk, 1999). Las pruebas de creatividad son especialmente recomendadas para niños cuya superdotacion o talento podría no ser reconocido mediante los instrumentos tradicionales, por ejemplo en alumnos que provienen de grupos minoritarios, que se pueden encontrar en desventaja con otras pruebas (Maker, 1997).
En la práctica docente existe una creencia muy extendida de que el niño talentoso es a la vez un niño aplicado y académicamente brillante. Este prejuicio interfiere con la detección temprana del niño talentoso y con la estimulación y desarrollo de sus habilidades, provocando la consecuente frustración. El niño rebelde, el niño que se aburre y se distrae, el niño que siempre está preguntando, el que tiene un agudo sentido del humor, que hace amigos con facilidad, responde más al perfil del niño talentoso que el “nerd” que se esconde en sus libros(Beirute, 1995).
Nuestro sistema educativo, las aulas sobrepobladas, y la muy pobre información del personal docente en el área de talento y creatividad podrían ser causantes de un ambiente educativo en el que no solo se está ignorando el talento nacional, sino frustrándolo en sus mismos inicios. El niño talentoso requiere ser detectado, primero, lo que a su vez supone una observación estructurada por parte de sus maestros, a lo largo de un periodo de tiempo, en diferentes actividades. Luego, este talento debe ser atendido, estimulado y guiado a su pleno desarrollo.
Dentro del marco de la atención a la diversidad se exige que se hagan las adaptaciones curriculares pertinentes, teniendo en cuenta las capacidades de cada alumno y sus características. El niño talentoso requiere de un currículo diferente, en el que se hagan adaptaciones en los elementos básicos:
· La materia a impartir ha de ser más amplia, tanto en extensión como en profundidad.
· La metodología debe ser creativa y fomentar la producción, no la reproducción
· Se debe permitir un manejo flexible de tiempo y ritmo de aprendizaje.
· La evaluación debe adaptarse a las capacidades individuales.
Manzano (1997) cita tres modelos que se han venido aplicando en la educación de superdotados y talentosos, tanto en Europa como en Estados Unidos:
1. Agrupamiento (segregación)
2. Aceleración
3. Enriquecimiento
En el Modelo de Agrupamiento se segregan a los niños talentosos para darles una enseñanza especializada, conformando grupos homogéneos por capacidades, y no por edad. Este agrupamiento puede presentarse en forma de escuelas especializadas, que reciben exclusivamente alumnos talentosos. También se pueden encontrar “escuelas satélite” que agrupa niños de diferentes centros educativos dos días a la semana para cursos específicos. Finalmente, la “escuela dentro de la escuela” es una alternativa dentro del mismo colegio, en forma de aula que funciona exclusivamente para la atención diferenciada de niños talentosos.
El Modelo de Aceleración propone colocar al niño en algún curso más avanzado, considerando su edad mental. Este modelo es bastante popular en los Estados Unidos, donde se practican al menos seis estrategias de aceleración del currículo (Manzano, 1997):
· Clase unitaria: transversalizacion de todo el currículo, de modo que el estudiante avance a su propio ritmo en todas las materias.
· Currículo compacto: permite saltar materias que el estudiante domina.
· Escolaridad abreviada: permite hacer dos o más cursos en uno.
· Aceleración temática o aceleración en una o más áreas determinadas.
· Admisión temprana a la universidad, antes de completar la educación secundaria.
· Posición avanzada: permite ingresar a programas acelerados para avanzar cursos después de aprobar un riguroso examen.
En el Modelo de Enriquecimiento se proporciona al alumno talentoso oportunidades de aprendizaje extraescolar. Estas oportunidades pueden situarse en horario lectivo o no lectivo, en vacaciones, dentro del colegio o fuera de el. Este programa permite al niño relacionarse con otros niños de habilidades superiores, lo que ha probado ser beneficioso para el equilibrio de su personalidad e incidir positivamente en el rendimiento académico y la motivación (Manzano, 1997).
La incapacidad de la escuela tradicional para responder a las necesidades individuales de sus alumnos queda a menudo en evidencia si se analizan las biografías de los “genios celebres”. Considero aquí unos pocos hombres famosos, que, por haberse educado en épocas en que la pedagogía consistía poco más que en adoctrinacion, han vivido experiencias escolares poco gratificantes, precisamente del tipo verticalista y de reproducción mecánica que nada tiene que ver con estimulación intelectual.
Albert Einstein es un clásico ejemplo de niño superdotado cuyas capacidades intelectuales superiores pasaron inadvertidas hasta su juventud. Su desarrollo fue lento: aprendió a hablar tan tarde, que sus padres temían que fuese retardado (Prause, 1991). Detestaba involucrarse con cualquier cosa que no despertase su interés y en la escuela se aburría profundamente. En su biografía afirmo que “el método del miedo y la violencia le había robado todo gusto por la escuela”, añadiendo que “allí se aniquilaba el placer, la curiosidad sagrada de la investigación”. Decidido a no sufrir más bajo la estricta y absurda tutela escolar, Einstein se las arreglo para abandonar el colegio antes de graduarse. Años mas tarde, y como consecuencia de la fuerte insistencia de su padre, ingreso al Instituto Politécnico de Zurich, Suiza, donde sus habilidades matemáticas llamaron la atención de los profesores y... el resto es historia.
El famoso músico estadounidense George Gershwin (1898-1937), al igual que Einstein, se destacaba por su profunda aversión hacia la escuela. No solía entusiasmarse con nada, y “pasaba aburrido” hasta que el padre adquirió un piano de cola... La familia le permitió tomar clases de piano y George progreso vertiginosamente. No obstante, en la escuela era un niño problema (Prause, 1991), y abandono las aulas definitivamente a los 15 años, para dedicarse exclusivamente a la música, convirtiéndose en uno de los mas notables compositores del siglo XX.
Winston Churchill (1874-1965), celebre político británico, recordaba en su biografía que:
“los años escolares son, en retrospectiva, no solo los mas desagradables de mi vida, sino también los mas aburridos e improductivos. Yo era un niño descomplicado y alegre, y desde que soy adulto, me he sentido año tras año más feliz. Pero los años escolares que se extienden entre la infancia y la adultez representan en el mapa de mi vida una triste mancha gris. Estos fueron una serie continua de experiencias penosas, que en aquellos tiempos no eran nada minúsculas, de esfuerzos absurdos que no llevaban a nada: años de apatía, de obligación, de monotonía, de sin sentido.” (Prause, 1991).
Jorge Luis Borges, escritor argentino, en su autobiografía afirma que su excelente educación solo se vio interrumpida “por los inútiles años de educación escolar obligatoria”.
Hoy en día existe un claro consenso entre los expertos que los niños talentosos requieren de una atención especial, y los maestros deben estar capacitados para suministrarla: alentar el pensamiento abstracto, la creatividad y la independencia, en vez de enfocarse en la transmisión de una gran cantidad de hechos (Woolfolk, 1999).
El aburrimiento y el rechazo por el espacio escolar, como se puede apreciar de los comentarios citados anteriormente, son algunas de las manifestaciones más visibles en los niños superdotados que no reciben la atención adecuada. Si bien la educación y sus métodos han mejorado notablemente desde que Einstein, Gerschwin o Borges eran alumnos, no todas las aulas de hoy están preparadas para la atención a la diversidad, representando esta carencia para todos los niños con necesidades educativas especiales, como los talentosos, fuente de frustración y tristeza.
Creatividad y talento son manifestaciones de la humanidad excelsa, la que hizo posible el salto de la oscuridad a la iluminación, del gesto a la palabra, del deseo a la poesía, de la imaginación al arte, de la pregunta a la ciencia… Uno de los retos más grandes a los que se enfrenta la humanidad hoy es lograr el salto del egocentrismo al amor, en cierta forma, una regresión al SER HUMANO. Hoy, más que nunca, necesitamos hombres y mujeres que formulen preguntas – las mas incomodas y difíciles de contestar, curiosos, osados e intrépidos. Necesitamos personas que se opongan a lo establecido, innovadores y visionarios, facilitadores de un cambio profundo y trascendental.
Preguntémonos: ¿Qué personas formamos en nuestros centros educativos? ¿Cuál es el futuro de la humanidad?
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